Monsanto y sus Hormonas de Crecimiento Bovino


por Paul Kingsnorth
Ha escrito para The Guardian, Independent on Sunday, Resurgence, BBC Wildlife.

La combinación, habitual en Monsanto, de mala ciencia, reclamos engañosos, silenciamiento y eliminación de los oponentes y de las informaciones perjudiciales, es más que evidente en el caso del primer producto manipulado genéticamente que se ha comercializado: la hormona de crecimiento bovina.
La Hormona Recombinante de Crecimiento Bovino (rBGH), es una copia obtenida por ingeniería genética, de una hormona que producen naturalmente las vacas. La rBGH está ideada para que las vacas produzcan más leche de la que producirían naturalmente. Funciona alterando la expresión del gen de los transportadores de glucosa de la glándula mamaria, músculo y grasa de la vaca. El gen facilita el trasvase de glucosa a la glándula mamaria, lo que hace que produzca más leche.

Se espera que las vacas a las que se inyecta diariamente una dosis de la rBGH –comercializada con la marca Posilac– incrementen su producción entre un 10 y 20 por ciento. Sin embargo, los problemas y los efectos secundarios asociados al uso de la rBGH son numerosísimos. Son tantos sus peligros reales y potenciales que está prohibido en Canadá, la Unión Europea y otros países, a pesar de los esfuerzos de Monsanto por ganarse la apertura de esos mercados. Aún así, la rBGH se ha utilizado en otros países –principalmente en EEUU– durante varios años. Y es de allí de donde nos están llegando las malas noticias.

Los animales tratados con la hormona están sujetos a un tremendo estrés. Normalmente unas 12 semanas después de que la vaca es una ternera produce leche a expensas de su salud. La vaca pierde peso, es estéril y es más susceptible a las enfermedades. Eventualmente, la producción de leche disminuye y su cuerpo empieza a recuperarse. La inyección de rBGH supone que el ganadero puede posponer esa recuperación entre otras 8 o 12 semanas, incrementando sustancialmente la producción de leche de la vaca, pero también haciendo que sea más susceptible a las enfermedades.

Para una mayor comprensión de los efectos perjudiciales potenciales del rBGH en la vacas, uno no necesita más que ver la etiqueta de advertencia que el FDA exige que Monsanto incluya en cada remesa de Posilac. La etiqueta destaca 21 problemas de salud asociados al uso de Posilac, que incluyen ovarios císticos, desórdenes uterinos, disminución del tiempo de gestación y peso de nacimiento de las terneras, incremento de la tasa de gemelos y retención de placenta.

Potencialmente el problema más serio, de todas formas, es el incremento del riesgo de mastitis o inflamación de las ubres. Una vaca con mastitis produce leche con pus.

Los peligros para la salud humana

Incluso dejando de lado los problemas de salud causados por residuos de antibióticos en la leche –utilizados para tratar a las vacas que padecen mastitis– los efectos del rBGH en los humanos pueden ser devastadores. Los estudio científicos más preocupantes son los que relacionen el rBGH con el cáncer.

Cuando a la vaca se le inyecta el rBGH, su presencia en la sangre estimula la producción de otra hormona, llamada, en inglés Insuline-like Growth Factor 1(IGF-1) -Factor de crecimiento tipo insulina-, una hormona-proteíca que producen naturalmente tanto vacas como humanos. El uso de rBGH incrementa los niveles de IGF-1 en la leche de las vacas. Dado que el IGF-1 es activo en los humanos –causando que las células se dividan– algunos científicos piensan que una ingesta de leche tratada con altos niveles de rBGH, podría dar paso a una división y un crecimiento incontrolados de células en los humanos, en otras palabras: cáncer10.

En 1996, el Profesor Samuel Epstein de la Universidad de Illinois, Chicago, realizó un detallado estudio de los efectos producidos por altos niveles de IGF-1 en los humanos. Los resultados de Epstein revelan que las concentraciones de IGF-1 que hay en la leche de las vacas tratadas con rBGH, pueden provocar cáncer de mama y colón entre las personas bebedoras de leche. La conclusión de Epstein fue contundente: “con la complicidad de la FDA, toda la nación está siendo sometida a un experimento a gran escala que supone la adulteración de un alimento básico muy antiguo por un producto biotecnológico pobremente caracterizado y sin etiquetado... que posee grandes peligros potenciales para toda la población estadounidense”15.

Dos estudios publicados a principios de este año parecen respaldar los hallazgos del Profesor Epstein. Un estudio realizado por American Women y publicado en The Lancet en Mayo revela que la probabilidad de contraer cáncer de mama entre las mujeres premenopaúsicas aumenta 7 veces en aquellas que tienen niveles altos de IGF-1 en su sangre16. Otro estudio publicado en Science en enero demostró que el riesgo de padecer cáncer de próstata se multiplica por cuatro entre los hombres con altos niveles de IGF-1 en la sangre17.

Amordazando las críticas

Monsanto responde con intimidaciones, abogados, manipulación de los hechos y muchísimo dinero en propaganda a cualquiera que se atreva a criticar su rBGH. A todo esto le ha ayudado e instigado la FDA, a la que llaman los críticos, "Monsanto Washington Office".

Monsanto y sus aliados incluso han estado utilizando la Constitución de EE.UU. para evitar que los consumidores sepan qué es la leche que beben. En abril de 1994 el Estado de Vermont aprobó una ley que requería que los productos que contengan rBGH se etiqueten claramente. Una coalición de industrias lácteas y Monsanto emprendieron un pleito inmediatamente argumentando que la nueva ley era “inconstitucional”, en tanto que había violado la Primera Enmienda que asegura el derecho constitucional de no estar obligado a revelar información. Monsanto ganó.

Enfrentada con una creciente indignación de los consumidores ante tales tácticas, Monsanto ha abandonado, muy a su pesar, sus juicios contra minoristas en EE.UU., y se permite etiquetar la leche como “leche sin rBGH”. Pero la FDA todavía se niega a exigir que los productores etiqueten su leche e incluso ahora, mucha gente no tiene ni idea de qué hay realmente en su leche.

Monsanto ha sido acusada, por otros sectores de la sociedad, de no ser limpia en los métodos utilizados y de encubrimiento de la verdad sobre la rBGH. El célebre caso "Fox TV Episode”, donde la corporación fue acusada de presionar para que un documental sobre el rBGH no saliera en antena, es sólo un ejemplo obvio. En su libro “Toxic sludge is good for you” (“El lodo tóxico es bueno para ti”), John C. Stauber y Sheldon Rampton cuentan un episodio en 1990 donde la empresa encargada de la promoción e imagen de la corporación envió un “topo” a una reunión de militantes anti-rBGH. El topo que actuó como una preocupada ama de casa, era de hecho una empleada de Burston-Marsteller, la compañía de imagen de Monsanto, que fue enviada para descubrir a priori cuáles iban a ser las tácticas de oposición.

El sector lechero americano ha denunciado varias veces que los representantes de Monsanto han minimizado, ocultado o intentado tapar los efectos adversos del rBGH, diciendo incluso a los ganaderos que sus problemas de mastitis eran únicos, o que los problemas de salud que surgían después de haber usado Posilac eran culpa del ganadero, más que de la hormona.

La conducta de Monsanto en esto, como en otros muchos temas relacionados con la rBGH, ha sido cualquier cosa menos honesta. Así pues, es sorprendente que sus actuales llamadas a un "debate abierto" sobre biotecnología sean tomadas en serio por alguien, cuando esto no es más que una pequeña pieza de su gran campaña publicitaria.

Fuente: Agirazul

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